martes, 27 de octubre de 2009

fahrenheit 451

Hubo un momento de mi existencia en que vivía en montañas llenas de nieve y rodeada diariamente de menores de 7 años con mocos colgando e incubando todo tipo de pestes. Eso hizo que me enfermara bastante más seguido de lo común y me obligó a comprarme un hermoso termómetro que todavía conservo. Es lindo, blanco y digital. Pero claro, como nada es perfecto, el termómetro es en Fahrenheit. Al principio le escribí con marcador indeleble las temperaturas normales. Entonces en la funda de acrílico que venía con el termómetro decía algo así como: 97-99, lo cual quería decir que entre esos dos numerillos era la temperatura normal. Después, cuando ya vivía acá de vuelta y se me había borrado mi inscripción "indeleble", me tomaba la temperatura y después me metía en google y ponía algo como "temperature converter" y ahí descubría que si tenía 99.2, quería decir que tenía 37.3. Por suerte, la tecnología avanza, y uno de los widgets de mi mac me tira al toque mi temperatura en celsius así que la secuencia es: termómetro-compu-resultado al instante. Todo esto para decirles que anoche volé de fiebre, porque llegué a tener 100.5 que es más de 38 y que ya sé que debería salir a comprarme un termómetro en Celsius y dejarme de joder, pero tiene cierto encanto esto de tener "cientoypico".

jueves, 1 de octubre de 2009

"sho a mis amigas..."

Ayer tuve uno de esos eventos tipo "presentación de programa de tv". Por razones laborales fui la primera en llegar y por razones etílicas la última en irme. Cuando llegué me presentaron a una chica que trabaja para un canal, bastante insegura, que se ponía nerviosa con cualquier cosita que quisiéramos cambiar. Un poco después de eso, cae un contingente de minitas de conocida agencia de prensa con unos banners para desplegar, tarea que no tenía nada que ver conmigo. De onda, me puse a ayudarlas a armar la estructura de los banners, mientras su jefe me miraba laburar y tomaba vino con otro de mis jefes, sin importarle un carajo que una chica que en su puta vida había armado un banner estuviera dirigiendo a la batuta de inútiles que trabajan para él. Iban cayendo chicas nuevas de su agencia y, en vez de relevarme a mí que estaba haciendo una tarea que no me correspondía, me miraban y me decían "Ay pero la tenés re clara, no te ayudo porque no sé armarlo". Y yo les decía "Yo aprendí hace 10 minutos y hasta un nene de 5 años con un IQ normal podría armarlos, así que podés ir dejando tu cartera y ayudarnos porque nos faltan como 4". Como era de esperar, todas esta chiquitas empezaron con excusas del tipo "Tengo una llamada" o "Soy re inútil no sé como se hace" y 40 segundos después éramos dos nuevamente, mientras la chica del canal que en un principio había ayudado nos miraba trabajar. Lo peor de todo fue que después de terminar esta espantosa tarea que me dejó transpirada y con la piel brillante tuve que soportar a todas estas personas diciéndome como poner el banner. Rato después, me acerqué a su jefe, que seguía tomando vino y le dije: "Cuando quieras te paso mis honorarios". Y debería haber agregado"Si juntás la materia gris de todas las chicas que trajiste" por ahí llegás a la inteligencia de un loro barranquero". Pero quizás esta frase me hubiera costado el puesto.
Cuando se me había pasado un poco la calentura, la hija de p*** esa del canal, que me miraba armar banners de brazos cruzados viene y me dice:
"Todo bien, Marian? -Te gusta como salió?"
"Marina"- le dije yo
"Por eso, Marian"
Yo la miré con cara de desconcierto
"Marin, Mari, pero "Marian"? Te parece- dije con cara de asco
"Sí yo a mis amigas Marina les digo Marian?
"EN SERIO??" dije yo, como si me estuviera contando que había escalado el Kilimanjaro. "Que raro, nunca había escuchado a nadie" le dije en un tono despectivo "Yo les digo Marian a mis amigas Mariana". Y me fui.