el llamado que no llega

¿Existe algo peor que la angustiosa espera de que se contacte con nosotros alguien que (evidentemente) no lo piensa hacer? No hay nada más hermoso que compartir con alguien un momento que uno cree que va a recordar por siempre y ahí mismo sabe y siente, que ese mismo momento es igual de importante para el otro. Y te vas con una sonrisa, y cuando te ves al dia siguiente por solo unos momentos todo brilla de vuelta. Viene la promesa de verse en otro momento y lugar para seguir compartiendo. Y después los días que pasan, el teléfono que no suena, y uno dice "Será mañana o pasado..." Mañana y pasado pasan, y nada... El globo colorido y regordete empieza a desinflarse y desteñirse, lánguido y desalmado vuela sin rumbo. El pensamiento se hace cada vez más permanente, es difícil echarlo y decirle "Andate! No te quiero escuchar más!". Los amigos consuelan con las más dulces palabras "No pasó tanto tiempo" "Está muy ocupado" "Tiene mucho trabajo" "Recordá el momento que tuvieron" y uno les hace caso, pero el ticket al país del optimismo tiene fecha de vencimiento y a la mañana siguiente todo es raro de vuelta. Con la ilusión de un cambio escondida en algún lado, acovachada en una esquina y la certeza de que haciendo algún ejercicio esotérico y poniendo algo de fuerza de voluntad podremos soltar el lazo que gracias a ese mágico momento nos ató a esa persona.